¿Otra vez defendiendo a Milei?
¿No se supone que los liberales siguen ideas, no personas? ¿No era que Milei
odia a los políticos? ¿Si sos anarquista, qué hacés apoyando a un político?
Demasiadas e innecesarias preguntas. Unas cuantas y necesarias respuestas.
Argentina
loca, liberalismo loco.
Argentina es “un manicomio a
cielo abierto”, tal y como lo describe mi hermano Mauricio Ayerdi, y como
Argentina es una locura total, todo lo argentino en consecuencia es una locura.
Sin poder escapar de ello, el liberalismo argento, es también un desquicio y
los que estamos adentro, o los que están cerca, o los que dicen estar… somos
argentinos y estamos totalmente desquiciados.
Años de lucha en el campo de la
batalla de las ideas, abrieron una nueva puerta. La puerta que lleva al medio
de la cloaca maloliente de la política. Y Javier Milei decidió abrirla, taparse
la nariz y entrar a pelear allí.
Me gusta imaginarme la bandera
amarilla, con la viborita con una nueva frase: “Te lo advertí y ahora estoy
acá… ya no volverás a pisarme”, colgada de la banca en el no tan honorable
recinto desde dónde salieron tantas pisoteadas a la libertad. Y escucho, con el
eco de un antiguo y mal usado salón, un rock ‘n roll bien furioso… con todas las
frases, acomodadas como estrofas de una canción, que venimos saboreando,
disfrutando y repitiendo los últimos años. “Vos no podés bancarte los datos”,
“Parásito”, “Porosas manos”… y la famosa arenga libertaria, ahora convertida en
denuncia, en amenaza, en recordatorio de una misión que no se acaba en el
cuarto oscuro. “El precio de la libertad es su eterna vigilancia”, y ahora
tendremos al vigilante ideal, necesario, allí adentro, en el mismísimo lugar de
dónde parten los ataques letales a nuestra herida libertad.
Se Podría pensar en que en el
liberalismo vernáculo estamos de fiesta… todos chochos… tirando cañitas
voladoras y rompeportones, y descorchando desde sidras hasta champañas. Pero
no… y lo anticipé en el segundo párrafo: El liberalismo argentino, como la
Argentina misma… es un manicomio.
¡Liberales, a las cosas!
Los señores que peinan canas, que
se ganaron su prestigio luchando antiguas (pero vigentes) batallas, señores que
llevaron al liberalismo y su consecuencia partidaria, la UCeDé, a ser la tercera
fuerza política nacional y a meter, aunque sea un poquito, algunas de nuestras
ideas en el común de la gente… están –ahora
que apareció el roquero vigilante de la libertad– buscando alianzas…
estem… estoy pensando una palabra elegante para no decir “pelotudas”. Listo… no
la encuentro. Buscando alianzas pelotudas con los comprobados enemigos de la
libertad, con tipos que se burlaron del sentido común, que se divirtieron
pisoteando nuestra libertad, con chantas de camisitas celestes que nos engañaron
a muchos y que nos devolvieron al infierno del que creíamos haber escapado. No
señores… están equivocados. Agradecemos de corazón todo lo hecho en el pasado,
nos sirve de guía… pero no. El camino es otro, y caminamos en contra del
viento… y andamos despeinados.
¿Conservadores
de qué?
Los señores que admiran jinetas y
escalafones, o cirios y hostias, que niegan libertades básicas, queriéndose
disfrazar con ese traje rancio, con olor a naftalina, del “soy liberal en lo
económico, pero…”. No hay tal cosa como liberal en algo y en lo otro no. ¿Acaso
en lo “otro” son socialistas? ¿Totalitarios? ¿Comunistas?
Esos muchachos que rechazan el
“todEs”, no porque sea una absoluta ridiculez, sino que lo rechazan porque va
en contra de sus “tradiciones”. Esos que defienden a propaladores de doctrinas
moralistas, pero que esconden bajo sus largos vestidos, moralidades bastante
complicadas.
Esas personas que, como dije,
usan un disfraz “liberal”, pero que no lo son, además de tener un terror
pavoroso a la libertad y sus consecuencias, hace un par de años que se han
sabido pegar de cerquita a la marea libertaria, que no ha cesado de crecer, y
que se proyecta imparable. Y se inventan etiquetas con nombres rebuscados,
traídos de la paleontología, sólo para disimular su absurdo conservadurismo.
Muchas de esas personas, llegaron al común de la gente, porque la figura del
rockero gritón, les dio el espacio, les dio entidad. Porque el de la melena
alocada, les brindó toda su amistad sincera, toda su generosidad sin límites… y
sin embargo ellos, se juntan en oscuras charlas instagrameras a criticar, a
denostar, a burlarse… a reírse a carcajadas, de toda la ebullición juvenil (y
no tan juvenil) que ese amigo que no merecen, provocó.
Solamente me sale decirles: ¡Desagradecidos!
Juro que me causa repugnancia, ya
no sus ideas anticuadas, anacrónicas… liberticidas, después de todos son muy
poquitos ellos y aprendí a tolerarlos, sino que me causa repugnancia eso: decir
un día la sagrada palabra “amigo”, y al otro día reírse hasta soltar los mocos
de todo lo que ese “amigo” provocó y todo lo que significa.
Repugnantes y asquerosos
desagradecidos, no serían nada si no fuera por lo que Javier Milei (y me pongo
de pie) hizo por ustedes.
Quizás esté siendo injusto con
algunas personas, no lo sé. Pero es que es demasiada la bronca que me generan
esas actitudes deplorables… depravadas, de gente sin escrúpulos, carentes de
moralidad, pero con abultados prontuarios.
Los
anarquistas liberales y su sagrada misión
Soy anarquista, y sigo
atentamente el andar por la vida de varios anarcolocos como yo. Se que quizás tuvieron reacciones exageradas, frente a las últimas
novedades. No los culpo por el sentimiento, si les recrimino la reacción. Ojo…
son libres de decir lo que quieran. ¡Faltaba más! ¿Quién soy yo para decir lo
que otro tiene que decir? Solamente lo creo fuera de tiempo y lugar.
Lo que si les quisiera pedir, es
que se centren en su misión: mantener viva la esencia del liberalismo, de las
auténticas ideas de la libertad. Ustedes tienen que ser el faro, la guía… el
recordatorio constante de hacia dónde debemos ir. No manchen su misión sagrada,
su valiente lucha, por nimiedades. Nuestra misión, la de los anarquistas
liberales es clara… no la debemos abandonar.
El
Partido Libertario
Por último, pienso en la marea
libertaria que se metió en cada rincón del país. Aunque sean enormes grupos en
alguna ciudad de las grandotas, o algún loco solitario en un pueblito,
enarbolando la bandera de Gadsden. Quisiera que recuerden que esta revolución
mental y espiritual nació un día en un grupito de Facebook, que creció sin
parar fuera de la “virtualidad”, para volverse una realidad. Esta revolución
fue inspirada principalmente por Javier Milei. Y en cada reunión, en cada
charla, en todo momento se oyen frases como: “Yo me acerqué al liberalismo
cuando vi a…” Sí... no hace falta que complete la frase, ya dije mil veces
gracias a quién.
La primera consecuencia de
aquella revolución libertaria, fue el nacimiento del partido político más puro
que vi en mi vida. Nacido desde abajo, desde la inquietud de jóvenes
interesados en cambiarlo todo, con el pecho inflado de orgullo liberal
libertario. El Partido Libertario argentino, segmentado en todos los partidos
libertarios de tantas jurisdicciones, ciudades, provincias, etc.
A ustedes chicos… futuros
guerreros por la libertad… vuelvan a pensar un segundo, a recordar… ¿qué fue lo
que los entusiasmó a meterse en este lío? ¿Quién fue?
Ahora razonen… ¿Es correcto que
un grupo de mentes brillantes y entusiastas corazones, estén apoyando a
personas que andan buscando alianzas con gente que ya causaron desgracias a
nuestro país? ¿Es justo que se hable bien de exfuncionarios de administraciones
pasadas que demostraron ineptitud, cobardía y que nos estafaron intelectual y
económicamente?
¿Les parece correcto que en
Argentina, haya un solo partido, que se haga llamar “Libertario” y no apoye la
gesta de Javier Milei?
No quiero imponer nada… ya los
saben… soy liberal de verdad. Solo quiero que escuchen estas preguntas y
reflexionen.
Haciendo un repaso de lo dicho
hasta acá, no se si respondí o no las preguntas iniciales, me da lo mismo,
quien las haga que averigüe por su cuenta, no tengo ganas de perder el tiempo,
hay cosas más importantes que hacer. Solo me queda decir que espero lo mejor de
todos, se que las cosas pueden cambiar, se que el futuro inmediato es muy
oscuro… totalmente oscuro. Pero hay alguien con una última antorcha aún
encendida, iluminando el camino para empezar a transitar, buscando la salida. Y
ya saben quién es… no hace falta que lo diga. Solo hagan silencio un segundito…
y escuchen… ¿lo oyen? ¡Es él! ¡Presten atención!... escuchen el grito:
¡Viva
la libertad, carajo!
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