INBŌS Los hijos del Sol - Prefacio y Capítulo 1

Desde muy chico soñé con escribir una historia de superhéroes, con seres todopoderosos como esos que llenaron de fantasías mis horas de infancia y que permanecen junto a mi, aún hoy.
Esta historia que les traigo (hoy el primer capítulo) la escribí a lo largo de muchos años, de a "pedacitos". Rejunté todos esos "pedazos" y armé un libro que espero sea de vuestro agrado.
Cada capítulo del libro lo iré publicando en posteos separados, y en este primer episodio leeremos la historia de un joven que comienza a descubrir sus poderes y de las dudas que le surgen en esas primeras horas de su aventura.








INBŌS
LOS HIJOS DEL SOL

Prefacio

Mis superhéroes


– “Desde aquí son espacios diáfanos de cemento y tejados nevados… Desde aquí parece un logro… Tendría que haber venido en tren, debería estar más cerca. Tendría que ver al enemigo

– “La mansión… Madre… Padre… Es bueno haber vuelto.

– “No estoy preparado. Tengo los medios, la habilidad… Pero no el método… No. Eso no es cierto. Tengo cientos de métodos. Pero falta algo… Algo no está bien. Tengo que esperar.”

– “Llevo esperando dieciocho años. Dieciocho años desde… La Marca del Zorro… Desde el paseo de esa noche. Y el hombre con ojos hundidos y asustados. Y una voz que sonaba a cristal roto… Desde que mi vida dejó de tener sentido

– “Lo he visto antes… en algún lugar… Me asustó… siendo un niño. Me asustó… Sí, padre… Me convertiré en un murciélago.”


Muchísimas personas, alrededor del mundo, hemos comenzado un viaje de fantasías a partir de estas líneas. Encerradas en unos sencillos globos de diálogo, que a su vez estaban dentro de viñetas que jamás se nos borraron de la memoria.
Y a pesar del excelso trabajo de David Mazzucchelli, los dibujos no hicieron falta para encender nuestra llama. Fueron suficientes las palabras que Frank Miller supo acomodar magistralmente en aquel renacimiento de Batman.

En aquel número “404” de la serie “Batman”, de la DC Comics, editado a principios del año 1987; se reformulaba el mito del Caballero Oscuro. Se contaba el inicio del personaje, tomando viejas ideas, y creando nuevas situaciones y personajes. Se profundizaba en sus dudas, sus temores y su decisión inquebrantable de cumplir con su misión.
Una misión que le daba sentido a su vida. Sentido que se había perdido con el estruendo de los disparos y con las perlas rebotando en cámara lenta en el suelo.
En aquel maravilloso “Year One” del guardián encapuchado de Gotham City, se contaba un origen.

Y soy un frenético buscador de los orígenes y los porqués de todo cuanto me gusta. No concibo que a ese algo que me gusta o admiro, no le conozca sus inicios, su historia y las verdades tras sus mitos. Da igual que sea mi club preferido de fútbol, mi amada banda de música, o mi héroe literario. Tengo que indagar hasta lo más profundo en busca de esas razones de ser.

Y de eso va “Inbōs: Los hijos del Sol”. Va de crear mis propios héroes fantásticos, para así poder contar orígenes y motivaciones. Imaginar que sucedería si un día despertara con alguna extraña habilidad o un súper-poder que me hiciera realizar portentos soñados.

Y me embarqué en una aventura que me llevó por lugares inimaginables. Sí, un viaje a través de lo profundo de mis sueños y fantasías. A bordo de la nave de la tecnología, pude recorrer calles, paisajes e historias de distintos rincones del mundo, sin levantarme de mi silla. Un teclado, una pipa y un mate, fueron mis instrumentos de navegación.
De repente, mis héroes soñados tenían forma. Cada uno con sus poderes y sus personalidades, cada uno con sus historias, sus tristezas y alegrías.
Pero mi inexperiencia y mis limitaciones, dejaron huellas. Huecos que por momentos parecían imposibles de llenar. Los personajes revoloteaban por las páginas, sus vidas cobraban sentido. Pero algo faltaba. Y estaba solo.
Soledad que duró poco… porque llegaron ellos.

En este viaje, que ha decir verdad, no ha sido nada sencillo; he recibido la ayuda de dos auténticos superhéroes de la pluma y el papel, o del teclado y el Word… dependiendo de quién se trate… padre o hijo. Mario y Dennis Grasso.
“Los Grasso” confiaron en mis locuras, las creyeron capaces de convertirse en un libro. Le dieron a mis caóticas oraciones una consistencia tal, que luego de maratónicas sesiones de chat, se amontonaron en párrafos que dieron vida a capítulos.
Si a Álvaro, Sebastián, Laia, Maurice, Sally y Niko los consideramos como mis propios hijos, no caben dudas que Dennis y Mario son esos tíos buenos que se hacen cargo de la crianza y de los caprichos de sus sobrinos.
Gracias queridos… gracias por todo lo que aprendí y crecí en todo este tiempo. No sé con qué me iré a encontrar al final de este camino, pero debo decirles que fue genial caminarlo junto a ustedes.

Y la mayor mis heroínas es mi amada esposa, mi hermosa Paola. Estoica e invencible, soportó a mi lado todo este tiempo que me llevó el desarrollo de esta historia. No basta darle las gracias, pedirle perdón por las horas que le robé no alcanza. Te amo, mi amor… gracias por acompañarme en ésta… una más de mi locuras.

Con vergüenza ante la memoria de grandiosos (y verdaderos) escritores, los invito a viajar al mundo de “Los hijos del Sol”. Cómo siempre pido en los sitios de Internet donde comparto las cosas que escribo, háganme llegar sus críticas y sugerencias.
Sus palabras de aliento han sido el motor que me llevaron a hacer crecer esta historia, que arrancó como un experimento y terminó en lo que tienen en sus manos.
Vamos… acompáñenme… Los hijos del Sol nos esperan.


Gastón “El Tucu” Gardella


Primera Parte
EL DESPERTAR

"Los seres serán telepáticos con el correr del tiempo. Existen ya, y ya saben de su cualidad y la esconden. Día llegará que será a toda luz y no asombrará".


Benjamín Solari Parravicini (1938)


Capítulo 1: 
Diario de Álvaro Sánchez

Día 10 - 03:45 AM ¿Actualización finalizada?

Decir que estoy cómodo con mi nueva condición es mentir. En realidad, no es que me molesten estas habilidades extraordinarias que tengo. La verdad es que me desespera no saber qué hacer con esto que me está pasando.

Hace poco más de una semana comenzaron los cambios en mi organismo. Y hará cosa de tres días, los “poderes” se desarrollaron y empezaron a manifestarse.
Me preguntaba: ¡¿Qué carajo es esto?! ¿Es un regalo del cielo o una maldición?

Al principio sentí mareos y terribles dolores de cabeza. No podía enfocar mi vista. Escuchaba voces, y los oídos me dolían, castigados por un intenso zumbido.
Tuve sueños en los que arrojaba gente y cosas por los aires. El monstruo de mis peores pesadillas, era yo mismo.

Día 11 – 4:00 AM

Ahora, el descalabro de mi cuerpo parece haberse organizado: dejé atrás aquellos malestares y empecé a descubrir cosas que por momentos me maravillan, y por momentos me asustan.
Me asombra la descomunal fuerza que tengo. No se corresponde en nada con la imagen de mi cuerpo que me devuelve el espejo.             
Golpear, romper, doblar, las habilidades propias de un súper forzudo se han potenciado; pero lo que más me sorprende es la gran velocidad a la que puedo correr, y los enormes saltos que puedo dar gracias a la extrema capacidad de mis piernas.
Las primeras proezas fueron saltos de entre diez a veinte metros de largo, y unos cinco o seis de alto, aproximadamente. Y digo aproximadamente porque la Trigonometría no se me da muy bien mientras sobrevuelo el techo de mi casa.

Día 11 – 4:00 AM

A veces pienso que alucino, que todo es producto de mi imaginación, plagada de tipos con máscaras: leo cómics de superhéroes desde muy niño; sí, hace bastante tiempo. ¿Acaso estaré volviéndome loco? Una locura clásica, de esas que te mandan al loquero, envuelto en camisas de fuerza.

Día 13

A la madrugada desperté con los alaridos de la Señora Correa, mi vecina. Su tanque de agua se había venido abajo. Creí haber estado soñando que en uno de mis saltos nocturnos chocaba con el mastodóntico depósito de agua. Pero no… no era un sueño; me costó cruzar la calle por entre los escombros, esta mañana.

Día 17 – 02:15 AM

Estoy saliendo por las noches, tarde, a dar vueltas por el barrio. La desolación de las calles es total en horas de la madrugada de un día de semana. Me divierto. Espío las batallas de maullidos de los gatos en celo. Vuelos increíbles, corridas supersónicas, lanzamientos fabulosos, destrezas admirables de alguien que comienza a descubrir sus… ¿súper poderes?

Se podría decir que “mi primera vez” como superhéroe, sucedió anoche.

Día 20 – Vuelo de Bautismo

Justo en el momento en el que un gato anaranjado estilo “Garfield” había logrado reducir y espantar a un flaco y hambriento minino gris, y ganarse la atención de la hermosa Cleo, la siamesa de Doña Sepúlveda, sentí aquellos gritos.

Traté de concentrarme y aislar el sonido. Parecían provenir de la canchita de fútbol, a dos cuadras de donde estaba. Me paré sobre la medianera entre dos casas; tomé impulso con un pequeño movimiento, como quien se pone en puntas de pie, y me elevé en el aire.
Fue mi salto más alto. Era mi “vuelo de bautismo” ¡Volaba!
En una fracción de segundo recorrí las dos cuadras, y sobrevolé el potrero. Cerca de uno de los arcos, contra el alambrado, envueltos en una espesa oscuridad, dos hombres forcejeaban con una mujer, intentando abusar de ella.
Volé lo más bajo que pude, unos diez metros de altura, para no ser visto. Cuando aterricé detrás de ellos, el estrépito de mis pies al chocar con el suelo, les hizo soltar a la joven. Petrificados, quedaron mirándome. No pudieron reaccionar, y si lo intentaron, mis cachetazos sofocaron cualquier atisbo al respecto.
Me acerqué luego a la joven, mientras los delincuentes se retorcían de dolor, escupiendo dientes y sangre de sus bocas.

– ¿Dónde vive señorita? ¿Quiere que la acompañe?

La mujer no pudo articular palabras; se notaba que sentía tanto terror por mí, como por sus atacantes.

– Man... z-zana... efe... c-casa d-d-doce – respondió al cabo de unos segundos.
– Tranquila, no le haré daño. Estoy aquí para ayudarla. – le dije intentando calmarla.

La alcé en mis brazos, y volando hasta la dirección que me indicó, en cuestión de diez segundos, la dejé en la puerta de su casa.
Todavía juntaban los dientes desparramados cuando regresé donde los criminales. Se preguntaban contra qué habían chocado…
Tomándolos de sus cinturones, alcé uno en cada mano y los trasladé a la comisaría cercana. Los dejé en la puerta antes de que alguien más me viera.

– Se van a declarar culpables de intento de violación, y no van a resistirse a la detención. Lo harán como les digo, si quieren conservar los pocos dientes que aún les quedan. Los estaré vigilando.

Volví a casa; era suficiente para una noche de aventuras. Me senté en mi sillón-hamaca, y me puse a evaluar lo vivido ¿Me había convertido en un émulo de El Caballero Oscuro?

Día 20 - 07:10 AM

Pasaron unas cuantas horas desde que me senté a considerar lo ocurrido. Me gusta dormirme hamacándome en el sillón.

Experto en cómics de superhéroes como me creía, enseguida supe que había una larga Lista de ítems por cumplimentar, si pretendía ser uno de ellos.
Primero y principal, debía decidir qué hacer con lo que tenía dentro de mí; cómo y para qué utilizar este tremendo poder.

– ¡Seré del bando de los buenos! – concluí, aunque el único “súper-bueno real”, hasta donde sabía, fuere yo.

Más tarde supe que para llevar a cabo la misión autoimpuesta de “luchar por El Bien” debía proteger mi identidad. No sé para qué: no soy un periodista famoso, ni un multimillonario playboy; ni siquiera tengo seres queridos conmigo a quienes resguardar, salvo Rosa, pero, dudo que algún súper villano se tome la molestia de hacerle daño a una vieja tortuga de 80 años.
De todos modos, me excité al imaginarme como superhéroe… Había soñado tanto, de niño, con la capa de Superman, la capucha de Batman, el bigote de El Zorro… Ni Clark Kent, ni Bruce Wayne, ni Diego de la Vega. Ahora, debía yo llevar mi propio traje.

Día 22 – 11:30 AM

Pensé en la oscuridad y en la idea de infundir miedo en los delincuentes. Así fue que saqué del placard un saco de cuero negro, largo, hasta unos centímetros por encima de la rodilla. Busqué una remera negra que guardo de mis épocas de rockero, le raspé el logo de AC-DC que llevaba en el pecho, y la dejé lisa, sin ningún dibujo. Tomé un gorro de lana, negro, y le hice agujeros para los ojos.

– Bien, parezco todo un ninja… - me dije, tratando de convencerme, mientras el espejo me replicaba: “Parecés un idiota”

Unos vaqueros de color gris oscuro, elastizados y pegados al cuerpo, de cuando intentaba estar a la moda, y unos borceguíes “Caterpillar” negros, completaban aquel atuendo que parecía el híbrido fallido entre “Neo” de The Matrix y Frank Castle.
Y bueno… Así estoy: soñando con ser The Punisher, y pareciendo un absurdo personaje del Cine Z. Pero, totalmente convencido de que debo llevar a cabo esta Misión.

Día 23 – 2:30 PM

Por ahora, iré sembrando el terror entre los delincuentes de mi barrio; veré qué hago con el resto de la Ciudad.

¡Todos temerán el poder de… “La Sombra”!
¿La Sombra?... ¡No!... muy gastado.
¿El Hombre de Negro?... ¡Peor!
“Black…” No, no… nada en inglés…

– ¡Auxilio! ¡Me están robando!


Alguien me necesita. Voy a ver. Vuelvo en un rato.


Hasta aquí el primer capítulo. Espero que les haya gustado. En la próxima entrega la historia cruza el Río de la Plata para contarnos sobre el "despertar" de Sebastián: Capítulo II - Sebastián Ruiz - "Sentidos"

* Capítulo siguiente: Capítulo II - Sebastián Ruiz - "Sentidos"


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me encanta, desde el comienzo dan ganas de seguir leyendo. Amo la ciencia ficcion, los superheroes y amo leer, no puedo pedir mas.