Y debajo de esa estructura, insoportablemente grande y pesada, queda sepultada y oculta la realidad: la potencia de la voluntad individual y las maravillas del intercambio voluntario. Intercambios, de todo tipo, que no son otra cosa que la sangre misma de aquello que llamamos sociedad.
Muchos confunden sociedad con estado, recitando el famoso verso: “El estado somos todos”, siendo que en los pasillos gubernamentales, el canto del monarca absolutista nunca se calló… “El estado soy yo” (1).
No representan, no
defienden, no arbitran. Simplemente cuidan sus intereses, protegen sus castas
violando derechos individuales y juzgan y castigan acorde a oscuras
conveniencias.
Argumenten como sea
que argumenten, “el estado son ellos”, nosotros, los que no entramos a palacio,
no somos más que su fuente de riquezas. Tal como las personas que, conectadas y
dormidas, alimentan a la “Matrix” (2).
El relato palaciego
dice una cosa, y todos creen y obedecen, sin darse cuenta que sus mentes y su
creatividad, que sus manos y su voluntad están forjando la realidad. No hay
“Matrix” posible sin cuerpos generando energía.
Es cuestión de despertar y cortar el cable que une nuestra voluntad, nuestra fuente de energía, a la maquinaria de opresión.
En la mente del
individuo habitan los sueños, los proyectos, las ideas e intuiciones de como
llevarlos a cabo. En la razón de cada uno están los problemas y las soluciones,
los costos del hacer y los beneficios que el hacer puede traer. Y en las manos
la fuerza y la habilidad para lograr los soñado y lo planeado.
Nada tiene que ver,
saber, decidir, hacer, intervenir, regular el monarca. Nada le importa, ni
debería importarle.
Su palacio se cae a pedazos si el fruto de nuestras manos se queda en nuestras manos, o en las de aquellos a quienes elegimos para intercambiar nuestras riquezas.
Todo cuanto hay en
este mundo, salvo lo que fue creado por la naturaleza, es obra de las mentes y
manos de millones y millones de individuos, por la fuerza de sus propios
intereses y voluntades. Absolutamente todo, incluso aquello que se adjudican
los moradores del palacio.
No hay ley de papel
capaz de crear nada. No hay decreto ni ordenanza que pueda soñar y proyectar.
Son solo los hombres, empujados por esa milagrosa fuerza del espíritu
emprendedor, los que dominaron el fuego y se lanzaron a conquistar las
galaxias.
El momento que nos toca vivir a la humanidad, ha desnudado todas las miserias del estatismo. Algunos lo confirmamos. Muchos lo descubrieron o lo están descubriendo ahora, con la realidad golpeándoles la cara. Pero todavía son demasiados los que aún no se despertaron, que siguen conectados a la “Matrix” y defienden la absurda idea de que esa es la única realidad posible.
Todavía no se dieron
cuenta que son ellos la fuente de energía, no se dieron cuenta que todo aquello
que le dieron o le prometen dar, primero se lo quitaron, con violencia, con
amenazas, inculcando culpas, creando sumisión.
Me preguntan siempre, qué leer, que estudiar, a quién seguir, para poder abrir los ojos y ver la realidad y así poder despertar de este largo sueño. Yo les contesto que nada en particular. Que simplemente se miren al espejo y que ese que ven en el reflejo es su líder… el que mejor sabe como sacar adelante sus vidas, mejor dicho: el único. Les digo que escarben en sus mentes, porque es allí donde están los libros, las universidades… en sus verdades. Y que duden siempre del poder, pues la melodía que viene de los pasillos lujosos del palacio, son sólo canto de sirenas.
No hay que eliminar el estado, derrocar gobiernos violenta o pacíficamente, simplemente hay que dejar de validarlo, de justificarlo… de “usarlo”.
“¿Qué sucedió con los
gobiernos?” se preguntaba un personaje de un cuento (3) de Jorge Luis Borges, y
el otro personaje le contestaba “…fueron cayendo gradualmente en desuso…”.
La prosperidad vendrá de nuestra voluntad, sólo tenemos que despertar y empezar a vernos a nosotros mismos como lo que realmente somos.
La revolución es en nuestras mentes, una revolución interior (4)… del espíritu.
El mundo que soñamos, que deseamos es posible (5)… ¡Vamos! ¡Empecemos a construirlo!
Referencias:
(1)
“El Estado soy yo” (en francés “L'État, c'est moi”) es una frase
atribuida a Luis XIV Rey de Francia. (1655 aprox.)
(2)
“Matrix” es una trilogía de películas
de ciencia ficción escritas y dirigidas por las hermanas Wachowski, entre 1999
y 2003. Ficha IMDB: www.imdb.com/title/tt0133093
(3)
Jorge Luis Borges, "El libro de
arena" en Obras completas III (Barcelona: Emecé, 1996), p. 55.
Fragmento: “–¿Qué sucedió con los
gobiernos? –Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban
a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas,
ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los
acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los
políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o
buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más completa que este
resumen.”
(4)
“Una revolución interior…” fragmento
de la entrevista al Prof. Jesús Huerta de Soto, en el podcast “Bailando con lobos”,
(https://youtu.be/qX2BoEHDGCs)
(5)
Inspirado en el fragmento del discurso de John Galt, en “La rebelión de Atlas”: “…El mundo que deseas puede ser ganado, existe,
es real y posible; es tuyo."
Comentarios
Publicar un comentario