Un señor olvidado, un feriado que no existe y un grito de Libertad

Me quedé pensando en el día de hoy, que no fue feriado y sí otros que, la verdad, dejan mucho que desear… digo… sus motivos.

Hoy no he visto ni una placa conmemorativa en ninguna red social, de ningún ente gubernamental. Tampoco a ninguno de los personajes circenses de la politiquería local los leí u oí citar ni una sola de sus frases. Solo vi humildes homenajes de parte de jóvenes entusiastas, amantes de la libertad, algunos, integrantes el Partido Libertario de distintos rincones de esta tierra.



Ojo… no es que yo quiera un feriado para homenajear a Juan Bautista Alberdi, muy por el contrario ¿Qué mejor que en su honor, nos encontremos todos trabajando? Ya que según él:

“…La riqueza, es hija del trabajo, del capital y de la tierra…”

Lo que más sorprende, es el olvido. El olvido de su nombre y de sus ideas.

Pienso en como se glorifica (algunos pocos con justicia) a hombres valientes, vencedores de batallas, caudillos de los parajes más diversos de nuestra extensa geografía. Se ensalza el ideal de “La Patria” con el valor de esos guerreros, y al ver sus enormes monumentos se hincha el pecho en celeste y blanco, patrióticos colores.

Pero dijo Alberdi alguna vez:

“Es muy simple el camino por donde el extremo amor a la Patria puede alejar de la libertad del hombre y conducir al despotismo patrio del Estado.”



Se comprende al leer esta frase, que quienes ocupan cargos en el Estado, prefieran dejar de lado citar al gran tucumano. Porque es evidente que si limitáramos ese “amor a la Patria”, estaríamos valorando al individuo y disminuyendo el poder del Estado.

Al leer a este hombre, americano por circunstancias, universal por espíritu, se comprende el porqué del afán de ciertos líderes de crear o exagerar enemigos de otras latitudes.

“Los pueblos del Norte no han debido su opulencia y grandeza al poder de sus Gobiernos, si no al poder de sus individuos.”

Esos ciertos líderes necesitan para mantener su poder, que temamos a la maldad de supuestos invasores extranjeros y nos cobijemos bajo su abrazo protector. Y en ese orden de las cosas, el poder de los individuos desaparece y aparece el poder del Estado.




“La omnipotencia del estado es la negación de la libertad individual.”

Era el título de un ensayo del hijo de Don Salvador Alberdi y Doña Josefa Aráoz y Balderrama, escrito en 1880, y pareciera una predicción de un futuro que comenzaría en unas pocas décadas. Y la predicción se hizo aviso… alarma… y nadie la escuchó. El poder del Estado se hizo inconmensurable y la libertad individual, solo un ideal de un par de locos bohemios y utópicos.

Y ese poder devora. Necesita devorar cada vez más. Y nos independizamos de un poder que venía del otro lado del Atlántico, tan solo para entregarnos, casi sin darnos cuenta, a una fuerza devoradora insaciable.

“Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia. Después de ser colonos de España, lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios: siempre estados fiscales, siempre máquinas serviles de rentas, que jamás llegan, porque la miseria y el atraso nada pueden redituar.”

Mientras nuestros sacrificios, nuestras habilidades, nuestras mentes y cuerpos, en fin… nuestras vidas mismas, eran ofrendadas en el altar del dios Estado, como sacos vacíos, seres sin alma y sin razón, esperábamos algo… no se sabe qué. Algo que un señor de fino traje, sentado en un histórico sillón, jamás podría darnos.

“Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus Gobiernos esperan una cosa que es contraria a la naturaleza.”

 



Luego de un rato de repasar las cosas que Don Alberdi, nacido en Tucumán, en aquel agitado invierno de 1810, comprendo porqué su nombre y sus ideas fueron olvidadas. Aunque más que olvidadas, sospecho que fueron escondidas.

A nadie… a ningún sacerdote del omnipotente dios Estado le conviene, que el común de la gente lea, escuche y mucho menos, practique, las ideas de aquel señor que falleció hace 135 años en otra tierra distinta a la suya.

A ningún poderoso representante del poder le conviene que redescubramos nuestra naturaleza humana y libre, que nos hagamos fuertes como individuos. Sería el fin de su reinado.

Propongo, en su homenaje, no que hagamos un holgazán feriado… sino que recuperemos sus ideas. Retomemos el camino que él nos supo marcar. Hoy, gracias a la maravillosa tecnología (fruto del ingenio humano), tenemos la posibilidad de reírnos en la cara de los medios “oficiales” de transmisión de ideas y conocimientos… y podemos difundir nosotros, “Los herederos de Alberdi”, toda su obra.

En su nombre, en el grandioso nombre de Juan Bautista Alberdi, gritemos fuerte: ¡Viva la libertad!

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