El barro ensucia. El barro enturbia. El barro empantana y frena a quien quiere avanzar. El barro mancha. Nunca deberías haber elegido entrar en el barro… al menos no en “ese” barro.
La épica batalla
que venías librando estuvo plagada de victorias. La gente que tras tu paso, al
escuchar y sentir tus encendidas palabras, abría los ojos y despertaba del
largo sueño de la ignorancia inducida por los parásitos, se contaban de a
cientos, de a miles. Ahora sos objeto de burlas, de campañas de desprestigio,
de ataques falaces, sos la diana de los francotiradores del poder.
Tu labor tuvo un
valor incalculable. Pocos en la historia han logrado las cosas que lograste vos
en estos años de lucha por las ideas. Pero todo lo estás tirando por la borda
por abrazar una lucha que no tiene al final, ningún fruto positivo ni para vos,
ni para nuestras ideas, ni para la sociedad.
Toda tu
sabiduría y toda tu pasión la necesita la gente, los que ya despertaron y los
que todavía no lo han hecho. Metiéndote en el hediondo barro donde rigen los
saqueadores, confundís tu mensaje, trastocas los objetivos, distorsionás los
incentivos.
Esa gente pobre,
desilusionada, devastada por la asquerosa coyuntura creada por los criminales
del poder, te necesita… a vos y a tus ideas.
En ese ideario
que vos defendías, están las herramientas que esos desgraciados oprimidos
necesitan para vivir un poquito mejor.
Con los
conocimientos, la moral y las soluciones que traen implícitas las ideas
radicales de la libertad, podrías estar mostrándole a la gente de esas villas en
las que tan bien te han recibido, los caminos que podrían tomar para escapar
del yugo criminal del estado y sus acólitos.
El mundo está
lleno de rincones de libertad, donde esos oprimidos podrían estar actuando e
interactuando para satisfacer necesidades y sobrellevar sus realidades de mejor
manera. En esos rincones de libertad también hay muchas herramientas, que solo
los que abrazamos las ideas del liberalismo -inspirados en esos autores
austriacos y sus predecesores y herederos intelectuales- tenemos, conocemos y
comprendemos. Herramientas que fortalecen y acompañan a la acción humana, lejos
de la mirada depravada del Big-Brother estatal.
La “batalla
política” no es batalla, es sólo una puesta en escena para entretener a las
ovejas, mientras son guiadas al matadero. No existe tal batalla, es tan solo un
decadente y deprimente circo, lleno de payasos, ilusionistas y contorsionistas.
En cambio, lo que
vos llamás “batalla cultural”, jamás se acaba. Nunca se agota, porque siempre
hay alguien que necesita un pellizcón para despertar. Aún no había terminado,
faltaba mucho por hacer, sin embargo estás entregando tu prestigio, quemando tus
laureles, rifando tu credibilidad, ¿por qué? ¡Por nada! Solamente por alimentar
al monstruo que todo lo devora, por engordar al Leviatán que todo lo aplasta.
Por perpetuar al mayor enemigo de la sociedad, el estado, en su posición de
dominio sobre los cuerpos y mentes de los individuos.
Estás a tiempo
todavía. Espero no equivocarme. Estás a tiempo de volver al lugar que nunca
deberías haber abandonado. El valor de tu mensaje es inmenso, estabas logrando
cosas que pocos han llegado a lograr en la historia, parece que no sos
consciente de eso, parece como si alguien te hubiera confundido.
Los individuos
que necesitan recuperar su natural libertad, que necesitan conocer las ideas
correctas, que necesitan descubrir esas herramientas y esos rinconcitos de
libertad que la realidad ofrece… te necesitan. A vos… al guerrero por la
libertad total.
Yo, particularmente, te he apoyado en cada batalla que has librado antes de tu incursión en el barro asqueroso de la política. Y si decidís volver a tu único lugar en la escena de la realidad, no tengas dudas que allí estaré de nuevo. Pero con todo el dolor del mundo te digo, que no cuentes conmigo si tu mensaje va a ser esa engañosa idea de que con un papelito en un sobre dentro de una urna de cartón, se logra un cambio. Es mentira. Y yo no apoyo mentiras. El cambio es desde la gente, y lo estabas logrando.
Como yo, hay
varios que se enorgullecían de decirse tus amigos, y que están esperando tu regreso.
Aquí, en el mundo real, en el mundo de las acciones humanas de los individuos
que intentan recuperar su libertad, estamos esperando tu regreso. Estamos
ansiosos de volver a escuchar ese grito que últimamente se siente apagado… ese
grito que despertó las mentes y las voluntades de miles de seres humanos. Ese
grito que queremos volver a gritar orgullosamente… ¡Viva la libertad, carajo!
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